Tarea: Contestar las preguntas dictadas en clase.
“La obsesión de la inmortalidad; el poder más allá de la muerte”
Entre las obsesiones del emperador Qin Shi Huang estaban el miedo a la
muerte y derivada de ella la de recorrer Asia en busca del elixir de la
inmortalidad, lo que habitualmente le obligaba a viajar.
A los trece años cuando todavía era el prícipe Zhen y tras ser
elegido, cuentan las leyendas, que ya empezó a pensar en su tumba, a idear cómo
habría de ser el monumento funerario que le recordara para siempre; quizás
la manera más segura de pasar a la historia como un rey inmortal.
Buscaría otras muchas fórmulas a lo largo de sus
años de vida. Evidentemente sin resultados. Fue esta obsesión por la
inmortalidad, precisamente, la que desencadenó su inevitable muerte
y precipitó la rápida caída de su dinastía.
Convertido ya en emperador, título que se da a sí
mismo, inicia la impresionante obra de su mausoleo en la que, si no
mienten las crónicas chinas, empleó a 700.000 hombres reclutados de todos los
rincones de su nuevo imperio.
“Para el emperador, su tumba debía ser una copia
del universo conocido y en ella encerrar todas las maravillas del mundo. Quería
que su morada eterna fuera la más espléndida jamás construida, quería sobre
todo que nadie pudiera profanar su descanso. Así que mandó a sus numerosos a
súbditos construir 8.000 soldados a tamaño real, cada uno diferente al otro,
formados para siempre en posición de batalla, vigilantes ante su tumba y junto
a ellos toda una manada de bellos caballos y algún carro de combate. Un
ejército inmortal que le acompañara al más allá.
Qin Shi Huang solía decir que quería “durar tanto
como el Cielo y la Tierra, entrar en el agua sin mojarse y tener contacto con
el fuego sin sufrir quemaduras”.
El emperador murió en el año 210 a.C, a los 48 años
de edad, mientras se encontraba haciendo un viaje por la China oriental en
busca de las legendarias islas de los inmortales y el secreto de la vida
eterna.
LA MURALLA
CHINA
Cuenta la leyenda que las tierras de dos familias
amigas fueron separadas durante la construcción de la gran muralla. Una de las
familias se llamaba Chiang y la otra Meng.
Ambas familias plantaron a cada lado de la muralla
una planta trepadora de zapallo. Cuando la planta creciera, treparían hasta la
cima y allí se reunirían. De esta unión nació un zapallo enorme y ambas
familias se disputaron el preciado fruto. En la discusión acordaron partir el
zapallo por la mitad y cada familia se quedaría con una de las partes.
Al partir el zapallo vieron que en su interior
había una niña preciosa, entonces decidieron llamarla Meng Chiang y criarla
conjuntamente.
Esto ocurrió cuando Qin Shi Huang, de la dinastía
Qin decidió construir una gran muralla en la frontera norte para evitar los
ataques enemigos. Pero cuando completaron una sección de la pared, esta se
desplomó.
Un sabio le aconsejó al emperador inmolar a un ser
humano por cada milla de construcción de una muralla de diez mil millas. El
emperador siguió su consejo pero los habitantes estaban aterrorizados ya que la
demanda de víctimas crecía a la misma velocidad que avanzaba la construcción de
la pared.
Otro
sabio, viendo que el pueblo estaba atemorizado, sugirió al emperador conseguir
un hombre llamado Wan para el sacrificio, ya que la palabra Wan significaba
diez mil.
El
emperador entusiasmado, mandó a sus soldados en busca de Wan, pero Wan, cuando
se enteró que iba a convertirse en la próxima víctima, escapó y se escondió en
el jardín de la familia de la hermosa Meng Chiang.
Esa
noche, la joven Meng Chiang quiso bañarse desnuda en la piscina bajo la luz de
la luna. Mientras estaba disfrutando de su baño dijo: “Si algún hombre me viera
ahora, mientras estoy desnuda, yo sería feliz de pertenecerle para siempre”.
Wan, que estaba escondido sobre un árbol, no pudo resistir el encanto de la
joven Meng Chiang y respondió: “Yo te he visto”.
Así
fue como Meng Chiang y Wan se casaron. Pero mientras transcurría la fiesta de
bodas, se presentaron los soldados del emperador y apresaron a Wan, dejando a
la novia bañada en lágrimas y el matrimonio sin consumarse.
Wang
luego de ser apresado fue lapidado entre los bloques dela gran pared.
Meng
Chiang, en honor a s esposo, decidió hacer un largo viaje a la muralla en busca
de los restos de su marido. Había recorrido muchos kilómetros y no sabía por
donde comenzar a buscar, entonces se recostó contra la pared y desanimada
comenzó a llorar. La muralla se apiadó de ella y colapsó dejando ante sus ojos
los huesos de Wan, su marido.
Cuando
el emperador supo de la intensa búsqueda de Meng Chiang, quiso conocerla. Y,
cuando la vio quedó tan prendado de su belleza que le ofreció ser su
emperatriz.
Meng
Chiang sabía que no podía rehusar semejante ofrecimiento y aceptó pero bajo
tres condiciones: Un funeral de cuarenta y nueve días en honor a su marido. El
emperador y sus funcionarios debían estar presentes en los funerales y la
construcción de un altar de cuarenta nueve pies de alto a orillas del río para
que ella hiciera ofrendas a su marido muerto.
Si
se cumplían esas condiciones, entonces ella se casaría con el emperador.
Qin
Shi Huang Di consintió el pedido sin tardanza.
Cuando
todos los requisitos se cumplieron, entonces, Meng Chiang, trepó hasta lo alto
del altar, y en presencia del emperador, lo denigró ante su corte con un duro
discurso por su maldad y crueldad para con su pueblo y luego se arrojó al vacío
desde lo alto del altar hacia las barrancas del río, muriendo al instante.
El
emperador, en su furia, ordenó a los soldados recoger el cuerpo de Meng Chiang,
cortarlo en pedazos y destruir sus huesos hasta pulverizarlos.
Al
hacer esto, los pequeños pedazos de Meng Chiang se convirtieron en peces
platinados de colores en los que el alma de la hermosa Meng Chiang continúa
viviendo.
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